martes, 5 de mayo de 2009

Santoral - San Pío V, Papa - Defensor de la Fe y de la Cristiandad

Pío significa: el piadoso, el que cumple bien sus deberes con Dios. Nació bajo el nombre de Antonio Ghislieri en un pueblo llamado Bosco, en Italia, en 1504.
Sus padres eran muy piadosos pero muy pobres. Aunque era un niño muy inteligente, sin embargo hasta los 14 años tuvo que dedicarse a cuidar ovejas en el campo, porque sus padres no tenían con qué costearle estudios.

Pero la vida retirada en la soledad del campo le sirvió mucho para dedicarse a la piedad y a la meditación, y la gran pobreza de la familia le fue muy útil para adquirir gran fortaleza para soportar los sufrimientos de la vida. Más tarde será también Pastor de toda la Iglesia.

Una familia rica notó que su hijo se comportaba mejor desde que era amigo de Miguel, y entonces dispuso costearle los estudios para que lo acompañara y le ayudara a ser mejor. Y así pudo ir a estudiar con los Padres Dominicos y llegar a ser religioso de esa comunidad. Tomó los hábios en el convento de Voghera.
Nunca olvidará el futuro Pontífice este gran favor de tan generosa familia.

En la comunidad le fueron dando cargos de muchos importancia: Maestro de novicios, Superior de varios conventos. En 1556 el Papa lo designó obispo de Nepi y Sutri.

El protestantismo se difundía por Europa y amenazaba con quitarle la verdadera fe a muchísimos católicos. El Sumo Pontífice lo nombró encargado de la asociación que en Italia defendía a la verdadera Fe. Y él, viajando casi siempre a pie y con gran pobreza, visito pueblos y ciudades, previniendo a los católicos contra los errores de los evangélicos y luteranos, oponiéndose fuertemente a todos los que atacaban y querían desnaturalizar nuestra religión.

Muchas veces estuvo en peligro de ser asesinado, pero nunca se dejaba vencer por el temor. Con los de buena voluntad era sumamente bondadoso y generoso, pero para con los herejes se mostraba implacable en la defensa de la Fe y del dogma católico, apabullándolos con su conocimiento y sus dotes oratorias.

El Papa, para premiar sus valiosos servicios y para tenerlo cerca de él como colaborador en Roma, lo nombró, en 1557, Inquisidor General y Cardenal, encargado de dirigir toda la lucha de la Iglesia Católica en defensa de la fe y contra los errores de los protestantes.
Al morir el Papa Pío IV, San Carlos Borromeo les dijo a los demás cardenales que el candidato más apropiado para ser elegido Papa era este santo cardenal. Y lo eligieron y tomó el nombre de Pío V.

Antes se acostumbraba que al posesionarse del cargo un nuevo Pontífice, se diera un gran banquete a los embajadores y a los jefes políticos y militares de Roma. Pío V se negó a ello y ordenó que todo lo que se iba a gastar en ese banquete, se empleara en darles ayudas a los pobres y en llevar remedios para los enfermos más necesitados de los hospitales.

A poco de asumir el papado vio en una calle de Roma, al su antiguo amigo Antonio, cuyos padres le habían costeado los estudios. En un gesto de reconocimiento y gratitud lo nombró gobernador del Castillo Santángelo, que era el cuartel del Papa.

Pío V parecía un verdadero monje en su modo de vivir, de rezar y de mortificarse. Comía muy poco. Pasaba muchas horas rezando. Tenía tres devociones preferidas: La Eucaristía (celebraba la Misa con gran fervor y pasaba largos ratos de rodillas ante el Santo Sacramento) El Rosario, que recomendaba a todos los que podía. Y la Santísima Virgen por la cual sentía una gran devoción y mucha confianza y de quién obtuvo maravillosos favores.

El pueblo comenta con admiración: - ¡Este sí que era el Papa que necesitábamos!. Una de sus primeras disposiciones fue que todo obispo y que todo párroco debía vivir en el sitio para donde habían sido nombrados (en esa época existía la mala costumbre de que se iban a vivir a las ciudades y descuidaban la diócesis o la parroquia para la cual los habían nombrado).

Prohibió la pornografía (que ¡ya existía!) Hizo perseguir y encarcelar a los centenares de bandoleros que atracaban a la gente en los alrededores de Roma. Visitaba frecuentemente hospitales y casas de pobres para ayudar a los necesitados.
Puso tal orden en Roma que los enemigos decían que quería convertir a Roma en un monasterio. El pueblo fiel proclamaba que en 300 años no había habido un Papa tan santo como él y obedecía sus leyes porque le profesaban una gran veneración.

En las procesiones con el Santísimo Sacramento los fieles se admiraban al verlo llevar la custodia, con los ojos fijos en la Santa Hostia, y recorriendo a pie las calles de Roma con gran piedad y devoción. Parecía estar viendo a Nuestro Señor.
Publicó un Nuevo Misal y una nueva edición de La Liturgia de Las Horas, o sea los 150 Salmos que los sacerdotes deben rezar. Publicó también un Catecismo Universal. Dio gran importancia a la enseñanza de las doctrinas de Santo Tomás de Aquino en los seminarios, porque por no haber aprendido esas enseñanzas muchos sacerdotes se habían vuelto protestantes.

Aunque era flaco, calvo, de barba muy blanca y bastante pálido las gentes comentaban: "El Papa tiene energías para diez años y planes de reformas para mil años más".

Los mahometanos amenazaban con invadir a toda Europa y acabar con la religión católica. Venían desde Turquía destruyendo a sangre y fuego todas las poblaciones católicas que encontraban. Y anunciaron que convertirían la Basílica de San Pedro en pesebrera para sus caballos. Ningún rey se atrevía a salir a combatirlos.Pío V con la energía y el valor que el caracterizaban, impulsó y buscó insistentemente la ayuda de los jefes más importantes de Europa.

Por su cuenta organizó una gran armada con barcos dotados de lo mejor que en aquel tiempo se podía desear para una batalla. Obtuvo que la república de Venecia le enviara todos sus barcos de guerra y que el rey de España Felipe II le colaborar con todas sus naves de combate. Y así organizó una gran flota para ir a detener a los turcos que venían a tratar de destruir la religión de Cristo. Y con su bendición los envió a combatir en defensa de la religión.

Puso como condición para estar seguros de obtener de Dios la victoria, que todos los combatientes deberían ir bien confesados y habiendo comulgado. Hizo llegar una gran cantidad de frailes capuchinos, franciscanos y dominicos para confesar a los marineros y antes de zarpar, todos oyeron misa y comulgaron. Mientras ellos iban a combatir en las aguas del mar, el Papa y las gentes piadosas de Roma recorrían las calles, descalzos, rezando el rosario para pedir la victoria.

Los mahometanos los esperaban en el mar lejano con 60 barcos grandes de guerra, 220 barcos medianos, 750 cañones, 34,000 soldados especializados, 13,000 marineros y 43,000 esclavos que iban remando. El ejército del Papa estaba dirigido por don Juan de Austria (hermano del rey de España). Los católicos eran muy inferiores en número a los mahometanos. Los dos ejércitos se encontraron en el golfo de Lepanto, cerca de Grecia.
El Papa Pío V oraba por largos ratos con los brazos en cruz, pidiendo a Dios la victoria de los cristianos. Los jefes de la armada católica hicieron que todos sus soldados rezaran el rosario antes de empezar la batalla.

Era el 7 de octubre de 1571 a mediodía. Todos combatían con admirable valor, pero el viento soplaba en dirección contraria a las naves católicas y por eso había que emplear muchas fuerzas remando. Y he aquí que de un momento a otro, misteriosamente el viento cambió de dirección y entonces los católicos, soltando los remos se lanzaron todos al ataque. Uno de esos soldados católicos era Miguel de Cervantes. Autor de Don Quijote.
Don Juan de Austria con los suyos atacó la nave capitana de los mahometanos donde estaba su supremo Almirante, Alí, quien al ser muerto provocó que sus combatientes empezaran a retroceder espantados.

En pocas horas, quedaron prisioneros 10,000 mahometanos. De sus barcos fueron hundidos 111 y 117 quedaron en poder de los vencedores. 12,000 esclavos que estaban remando en poder de los turcos quedaron libres.

En aquel tiempo las noticias tardaban mucho en llegar y Lepanto quedaba muy lejos de Roma. Pero Pío V que estaba tratando asuntos con unos cardenales, de pronto se asomó a la ventana, miró hacia el cielo, y les dijo emocionado: "Dediquémonos a darle gracias a Dios y a la Virgen Santísima, porque hemos conseguido la victoria". Varios días después llegó desde el lejano Golfo de Lepanto, la noticia del enorme triunfo.

Es interesante el mensaje que el Pontífice envió felicitando a los ejércitos vencedores. Dice así:

"No fueron las técnicas, no fueron las armas, las que nos consiguieron la victoria. Fue la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Dios".


El Papa en acción de gracias mandó que cada año se celebre el 7 de octubre la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y que en las letanías se colocara esta oración "María, Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros" (propagador del título de Auxiliadora fue este Pontífice nacido en un pueblecito llamado Bosco. Más tarde un sacerdote llamado San Juan Bosco, será el propagandista de la devoción a María Auxiliadora).
Pío V murió el 1 de mayo de 1572 a los 68 años de edad y fue declarado santo por el Papa Clemente XI en 1712.


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